7 d’octubre del 2007

El nacimiento de la luz I

Aquest és el primer conte, ben acabat que tinc, i m'agradaria compartir-lo, amb tots aquells que tinguin la casualitat de passar per aquí. Ja que jo vaig escrivint, però per mi, sense publicar el bloc en altres pàgines per tenir més visites. És una mena de diari del que escric.

Posaré el conte sencer i tot avui, perquè no us quedeu a mitges, però ho faré en diverses entrades perquè quedi tot més ben organitzat.

Aquesta és una història basada en un llibre de George RR Martin, que és diu 'La muerte de la luz', la meva història esta orientada en temps anteriors a la seva. Seria bo haver llegit el llibre abans, per entendre algunes de les referències, però sinó crec que també és una bona història, modèstia a part.

Doncs sense més preàmbuls, aquí la teniu.

PROLOGO

Avalón, el lugar donde Gwen y Dirk crearon sus recuerdos, mucho antes de volverlos cenizas... Dónde un amor puede tener dos caras, dónde Dirk ama a Jenny, dónde Gwen es Ginebra para poder ser amada. Dónde un amor se divide, se consume, poco a poco, sin que los protagonistas se den cuenta.

En el café Space de Avalón, se encontraba la pareja, seguramente no era el antro más popular de Avalón, pero si el más querido por ellos dos. Allí daban tregua a la sed mutua de mostrar su amor al mundo. Allí era dónde avanzaban las materias universitarias, dándose respiros lo bastante ardientes como para ser advertidos por todos. Eran la envidia de aquel café, y el propietario demasiado melancólico como para echarlos. Así se sucedían las tardes de ese año estándar.

Pero aquella tarde, la semilla de ecóloga de Gwen, creció, descubrió el camino que seguiría incluso después, en sus aventuras planetarias, incluso en Worlorn, dónde el destino hizo que la joya susurrante realizará su función, una joya que todavía, en ese entonces no estaba entregada. Todavía no había sido soñada, ni deseada.

Los dos estaban sentados frente a frente, en los pequeños bancos acolchados, que formaban parte de los pequeños habitáculos del Space, que daban tranquilidad e intimidad, a los que venían a tomarse alguna cosa. Esos habitáculos eran llamados coloquialmente por sus usuarios, como las naves del Space. Pues es allí en una de esas naves, fue dónde empezó a volar esta historia, una de las muchas entre los señoriítos Delvano y t’Larien. La parejita de moda.

Continuarà...